Las historias familiares pueden estar marcadas por conflictos sucedidos entre los abuelos y bisabuelos de quienes hoy vivimos, y el resentimiento a veces persiste durante varias generaciones.
Siempre se ha dicho que la Historia la escriben los vencedores, así que habría que plantearse si es justo cargar con la culpa a los vecinos por los daños que sus antepasados causaron a los míos en algún enfrentamiento que concluyó hace años.
A veces surge la duda sobre si es más importante buscar la reconciliación o buscar un culpable. La tendencia es a atribuir las culpas del pasado a las personas que llevan los mismos apellidos, o son de la misma etnia, o del mismo lugar de quienes causaron un daño a los propios antepasados en otra época. Pero existe como una necesidad de saldar unas cuentas atrasadas, y se dificulta la reconciliación y el perdón si no se logra identificar antes a ese posible culpable. Si el o los culpables están ya muertos, la duda es si sus descendientes heredan esa culpa, si la comparten todos los miembros de un grupo, de una comunidad o de un pueblo.
La historia da cuenta de muchos males, guerras, atrocidades, genocidios… en los que un grupo ha actuado con violencia e injusticia oprimiendo, dañando o aniquilando a otro grupo. Pasados los años y muertos los autores materiales de tales actos, ¿sigue teniendo sentido señalar a un culpable entre los vivos?
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Identificar el mal con una persona o un grupo de personas ayuda mucho a exteriorizar la ira cuando ésta ha sido retenida durante mucho tiempo. Es, además, muy propio de la tradición de la cultura occidental el buscar culpables y dividir dicotómicamente entre culpables e inocentes. Sin embargo, aquí entran en juego más conceptos, junto con el de culpa: responsabilidad, perdón, resentimientos o reconciliación.
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Si se buscan culpables entre los presentes corremos el riesgo de perpetuar el conflicto, pues los presentes, que no actuaron cuando se produjo el mal porque no habían nacido, tenderán a adoptar el papel de víctima y es fácil que se vuelvan las tornas. Estas actitudes, además, fomentan la transmisión de resentimientos.
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Hay que situar cada momento histórico en su contexto e intentar conocer (que no quiere decir compartir ni justificar) las causas y los motivos que han llevado a cada acción. Comparar esto con el momento actual, estar abierto a escuchar el arrepentimiento y entender los motivos de cada versión de los mismos hechos ayudará a decidir si tiene sentido o no buscar culpables entre los presentes.
4 opiniones argumentadas
- Fernando Navarro Colorado
- Periodista y politólogo de izquierdas y antifascista
- Francesc Torralba
- Filósofo y Teólogo