En relación a la decisión ¿Culpar a los contemporáneos por los males que hicieron sus antepasados? esta es una opinión de Jordi Cussó Porredón
- Jordi Cussó Porredón
- Presidente de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU
Esta es mi opinión de experto
Para construir la paz, no es coherente consumir nuestra vida señalando y vilipendiando a unos imaginarios culpables de los males acaecidos en la Historia, ni vanagloriándonos de bienes antiguos que tampoco nosotros hicimos. Nacemos personalmente libres, nuevos, únicos e irrepetibles.
En la Historia de la humanidad se han cometido muchos males. No solo males físicos, es decir propios de la naturaleza (de otro lado necesarios para nuestra existencia), sino también morales, es decir ocasionados por los seres humanos de un modo más o menos deliberado, que de algún modo pudieron evitarse, pero no fue posible por el propio límite humano o porque el hombre es capaz de causar males con deliberación. Es cierto que la historia de la humanidad también está llena de grandes logros y bienes de los cuales hoy todos disfrutamos.
La historia de la humanidad es un compendio de bienes y males, algunos propios de un universo limitado y otros –tanto físicos como morales- ocasionados por los seres humanos de un modo más o menos deliberado y que podían haberse evitado. La asunción de esta premisa es fundamental para consolidar la paz. Hemos de partir de una evidencia: Nuestra existencia es limitada por el origen y en su final. Esta realidad peses a ser evidente, es difícil de aceptar y es causa de enormes conflictos. Aceptar el final de nuestra existencia genera dificultades y estamos acostumbrados a verlas cotidianamente: envejecemos, se mueren los amigos etc. Pero que nuestra existencia tiene un principio, siendo igual de evidente, es menos percibida por la gente. Y la carta de la paz, se apoya en esta evidencia: EN EL PASADO LOS CONTEMPORÁNEOS NO EXISTÍAMOS. La evidencia básica que tenemos todos es que existimos. Yo siento que existo. Es cierto, pero si miro hacia mi origen descubro, me doy cuenta, que antes no existía, que en algún momento empecé a ser.
Alfredo Rubio diría: “Soy alguien que antes ni era. Que empezó a ser. Que ahora esta siendo. Un día -¿una noche?- sé que cesará este modo de vivir. Lo recuerdo siempre, pero no me importa. Vivo” La no aceptación de la realidad nos lleva a encerrarnos y a pelearnos con nosotros mismos, a buscar continuamente culpables de nuestra situación, querer encontrar los responsables de mi precaria existencia. Si éstos aún existen, me volveré agresivo contra ellos. La no aceptación es el humus necesario par que enraícen esos sentimientos de venganza, de búsqueda de culpables. Aceptar con alegría ser quien soy y como soy, porque si no existiría, crea las base necesaria para que la paz encuentre la tierra necesaria para echar raíces, el deseo de paz encuentre el sostén necesario para llevar a la práctica el compromiso de paz. De este punto la carta nos interesa subrayar dos consecuencias:
1.- Los contemporáneos no tenemos ninguna culpa de los males anteriores a nosotros. La causa es sencilla, pero decisiva: los que hoy vivimos no existíamos cuando se cometieron dichos males. ¿Cómo vamos a ser responsables o culpables de hechos que no realizamos nosotros sino nuestros antepasados? ¿Cómo podemos arrogarnos glorias pasadas que, aunque nos afectan, no son producto de nuestras acciones? NAZCO LIBRE DE TODA CULPA ANTERIOR A MI EXISTENCIA. No pueden achacarme a mi lo que hicieron mis antepasados.
2.- Nosotros los actualmente existentes, no podemos hallar en el presente a los responsables de los errores o maldades ocurridos en la Historia. Estos responsables ya no viven, perecieron. Así pues nosotros los contemporáneos, hemos de renunciar a encontrar y a castigar, hoy, a los responsables de esos males antiguos, cuyas consecuencias, en cambio, sí padecemos en el presente. Si nazco culpable: Vivir es demostrar que soy inocente y pagar en consecuencia (esta es la sensación que la mayoría de persones sienten y padecen. Es un humus erróneo para construir la paz.
No somos ángeles justicieros ni vengativos que queremos poner en orden los desmanes del presente y de toda la Historia de la humanidad. Algunas personas piensan que la venganza es como limpiar la historia, es hacer justicia en el presente de como si ello pudiera limpiar la historia y así vivir con mayor honor. Si deseo la paz, he de asumir con humildad y realismo las consecuencias de todo lo bueno y malo que sucedió en la Historia.