En relación a la decisión ¿Creer que la santidad es posible? esta es una opinión de Wolfgang Beinert

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Esta es la opinión del experto

La santidad es posible. Los santos son aquellos que ya la vivieron antes que nosotros, configurando su vida según las exigencias de su propia religión. Son los «héroes religiosos», modelo y estímulo para los creyentes. Para el cristiano se es santo en la medida en que se está en comunión con Cristo.

Wolfgang Beinert define los santos como aquellos que configuraron su vida de acuerdo a las exigencias de su religión, convirtiéndose en modelos éticos. Se podría decir que los santos son los “héroes religiosos”.
 
Señala que las religiones prometen vida más allá de la muerte y recompensa para el bien obrar en la tierra. De ahí la creencia común de que los hombres y mujeres que mejor vivieron su fe, gozan ahora ante Dios de especial favor y pueden interceder por nosotros en las contrariedades de esta vida.
 
Estos “héroes religiosos”, también suscitan interés porque suponen un estímulo. Su vida heroica anima e invita a seguir las exigencias de la religión. Ellos ya lo consiguieron a pesar de que fueron casi siempre pecadores como todos nosotros.
 
Son venerados en las diversas confesiones cristianas. Aunque los protestantes se opusieron a los abusos de la piedad popular recibidos de la Edad Media nunca negaron su existencia ni su merecida veneración. Pero sí subrayaron que la única mediación salvadora es la de Cristo.
 
Sin embargo, sólo la Iglesia católica tiene un procedimiento, centralizado en Roma, para reconocer la santidad auténtica de un fiel cristiano.
 
En primer lugar merecen el nombre de “santos”, explica Beinert, aquellos cristianos que han configurado plenamente su vida con la de Cristo como son los mártires. Esteban fue el primero.
 
Seguidamente los confesores quienes, por amor a Cristo, sufrieron condena, cárcel y torturas sin llegar a la pena capital. Cuando, en el siglo IV, el cristianismo se convierte en religión del Estado, ya no se dan persecuciones sangrientas, y surgen en la Iglesia cristianos que viven tan austeramente su fe que fueron llamados “mártires blancos”. Son los monjes y las vírgenes, los ascetas, los ermitaños y los anacoretas.
 
Ya en la Edad Media la Iglesia admiró y veneró la santidad de aquellos cristianos que vivían el Evangelio de forma poco común (obispos, misioneros, teólogos, miembros de órdenes de caballería). El santo es ahora un héroe moral.
 
Este teólogo ante la pregunta: ¿es santo este cristiano, entendido individualmente? O ¿cómo puede ser reconocido como tal? Arguye que hay que hacer referencia al complejo proceso de la canonización.
 
En los cuatro primeros siglos la santidad se reconocía a partir de la veneración de los fieles a una determinada persona. La vida entregada de ésta, su conversión heroica, sus milagros, el hecho de ser invocada, etc., le garantizaban el respeto de la comunidad.
 
Con la canonización se ratifica la ejemplaridad de una vida cristiana, consumada a veces con el martirio a causa de la fe o por el ejercicio de las virtudes morales (virtudes heroicas). El juicio del papa confirma que estos santos gozan eternamente de la comunión de vida con Dios. Sin embargo tiene algunas limitaciones:

  1. El juicio papal tiene carácter “aseverativo”, no “exclusivo”; afirma que un santo vive en la eternidad divina. Esto no significa que sólo las personas canonizadas están en el cielo. El papa sólo quiere resaltar un rasgo de la persona canonizada y mostrarlo como ejemplo a los creyentes.
  2. Es un juicio que “permite”, no “obliga”. Permite venerar e invocar a un santo o a una santa. Pero no obliga a su devoción.
  3. Afirma que el santo y la santa, una vez acabada su vida terrena, ha alcanzado la gloria celestial. No afirma que todas sus actuaciones u omisiones fueran buenas, cristianas y correctas. Los santos (a excepción de María) han sido pecadores y por lo tanto incurrieron en los errores de su tiempo.

 
Desde el punto de vista cristiano, la santidad no es fruto del esfuerzo humano, sino de la gracia de Dios ofrecida amorosamente a los hombres y de la aceptación, por parte de éstos, del amor de Dios desde la actitud de la pura fe.
 
El santo es la persona más propia y auténticamente humana. Se parece a Cristo, está lleno de Él y místicamente unido a Él.
 
Fuente: Beinert, Wolfgang. «¿Qué son los “santos”?». Selecciones de Teología, 166 (2003), p. 83-92.

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