En relación a la decisión ¿Creer que la convivencia intercultural siempre es conflictiva? esta es una opinión de Leopoldo Gonzalo

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Esta es mi opinión de experto

La convivencia será tanto más posible entre los grupos culturales cuanto más existan objetivos compartidos y, en general, cuanto menores sean las diferencias en sus maneras de pensar, juzgar, comportarse y percibir a los demás.

 
Antes de aventurar una opinión al respecto conviene precisar algunos términos empleados en la pregunta, como son los de cultura, convivencia y conflicto, sobre todo.
El sustantivo cultura posee varias acepciones, si bien desde el punto de vista estrictamente antropológico alude al conjunto de rasgos característicos de una determinada colectividad, a su mentalidad y sentido de la vida. Como señala Hervé Carrie, para sociólogos y antropólogos la cultura de todo grupo humano identificable como tal alude a su manera de entender el mundo, de concebir al hombre y su destino, de trabajar, de divertirse, de expresarse a través de las artes y de transformar el medio con la técnica. Es además la cultura la forma de representarse un grupo su propio pasado y su proyecto de futuro; como también sus instituciones, costumbres, creencias y formas peculiares de comunicación entre sus miembros.

En suma, las maneras de pensar, juzgar, comportarse y percibir a los demás por parte de un grupo humano, así como su escala de valores, constituyen la cultura del mismo. Otro concepto estrechamente vinculado al de cultura es el de ethos, alusivo al carácter o sistema de ideales y valores característico de una cultura o grupo, el cual condiciona el comportamiento de quienes lo forman.
Por convivencia intercultural debe entenderse la adaptación o integración entre grupos con culturas diversas -aunque no contrarias- que se respetan mutuamente, sin que ello suponga aceptar plena y recíprocamente sus elementos culturales diferenciales. La interacción social o intercultural orientada a la consecución de objetivos compartidos entre grupos culturales distintos es también otro concepto relevante a los efectos de considerar la convivencia intercultural.
 
Finalmente, el término conflicto, referido a grupos culturales que ofrecen oposición o antagonismo e intereses contrapuestos, y que protagonizan actuaciones para neutralizar, lesionar o eliminar a la parte o partes consideradas rivales, es determinante a la hora de analizar la viabilidad de una determinada convivencia intercultural.
Dicho lo anterior, parece razonable pensar que la convivencia entre dos o más culturas ha de ser tanto más problemática cuanto mayores sean las oportunidades de conflicto entre ellas (atendiendo a las divergencias de mentalidad y en el sentido de la vida; al concepto de justicia y a otros valores sobre los que se asientan el derecho y las costumbres; etc.); y también cuanto más acusadas sean las diferencias entre sus respectivos ethos. Por el contrario, aquella resultará tanto más posible cuanto mayores sean las posibilidades de interacción social en función de objetivos compartidos y, en general, cuanto menores sean sus diferencias en relación con las maneras de pensar, juzgar, comportarse y percibir a los demás, es decir, a quienes integran el otro u otros grupos culturales.
 
En general, parece que hoy, dados el proceso de apreciación cada vez más universal de ciertos valores imprescindibles para convivencia entre la mayoría de las culturas existentes, así como el curso acelerado de la globalización económica, la posibilidad de dicha convivencia se ofrece mayor que nunca. Al menos eso parece en relación con algunas de las grandes culturas influidas por la grecolatina-judeocristiana y también con respecto a otras hasta ahora ajenas a esa influencia, o que la han recibido más débil, parcial y/o circunstancial.
 
De todos modos queda por despejar la duda acerca de si será posible la convivencia con grupos culturales que entrañan, en su versión más radical, una actitud decididamente antagónica y beligerante con los demás. El reciente asesinato terrorista de un soldado británico en Londres a los gritos de: “¡Nunca estaréis a salvo!”, y “¡Juramos por Alá todopoderoso que nunca dejaremos de combatiros!”, no avalan, desde luego, la posibilidad de convivencia con ciertas concepciones culturales conflictivas desde su misma raíz.

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