En relación a la decisión ¿Aceptar que mi hijo adolescente ya no me necesita como cuando era niño? esta es una opinión de Silvio Gutman
Silvio Gutman Esta es la opinión del experto
Durante esta etapa los padres pierden importancia, ya no son necesarios e incluso pueden aparecer sentimientos de rechazo de parte de los hijos, mientras los padres se sienten expulsados de la vida que antes controlaban.
El joven, para crecer y para llegar a ser él mismo, ha de romper con la imagen dependiente de los padres, ha de establecer una distancia necesaria para hacerse adulto y ha de liberar su propia potencia del control parental.
Esta revolución contra la identidad infantil es una rebelión contra los padres de la niñez. “Hay pocas maneras conocidas de separase de una persona que nos resulta importante y con quien mantenemos una cierta dependencia si no es con un conflicto a una pelea”. Los padres no aceptan el comportamiento del joven y el joven no comparte como es tratado por sus padres. Por lo tanto, se genera una tensión que antes no existía.
El cambio de identidad del joven implica efectuar un trabajo complicado de duelo referido a la necesidad de renunciar a un pasado compartido –aquel en el que los padres ejercen una relación de poder integral–, para dar paso al cuestionamiento y a las críticas.
Ya no somos los padres perfectos a los que se les consultaban las dudas, ya no sabemos todo y de todo. Aún así las figuras parentales ya están interiorizadas e incorporadas a la personalidad de los hijos, es como si, aunque los jóvenes se nieguen, una parte de sus padres ya estuviera dentro de ellos.
La presencia y la dirección externa y concreta de los padres ya no produce el mismo efecto, y todo esto les permite desarrollarse en un proceso de individualización, de diferenciación, de separación para llegar a ser personas independientes más allá del mero hecho de ser hijos. Esta nueva caracterización resulta para los padres sumamente dificultosa de aceptar, y puede ser fuente de situaciones conflictivas.
