En relación a la decisión ¿Creer que se nace con una identidad cultural definida? esta es una opinión de José Lázaro
- José Lázaro
- Profesor de Humanidades Médicas, UAM. Escritor.
Esta es mi opinión de experto
No. Se nace y se evoluciona en una mezcla de identidades culturales que constituyen precisamente la riqueza de nuestra personalidad. Cuanto más se define una identidad cultural más se empobrece, es diversificándonos como nos enriquecemos.
Pensar que la identidad cultural es única y definida supone un primer paso hacia el fanatismo. El progreso intelectual y espiritual de cada persona, base del progreso social colectivo, se ve impulsado por la calidad, la profundidad y la diversidad de los estímulos culturales que nos alimentan desde el nacimiento a la muerte. Quien conoce varios idiomas, distintos países y múltiples culturas tiene un bagaje de experiencias y de saberes que le ayudan a entender la complejidad del mundo y le protegen del dogmatismo simplificador. Quien ha contrastado diferentes ideologías y religiones tiene una capacidad de pensar sobre ellas que es la mejor barrera contra la creencia en la verdad absoluta de una de ellas. Y la creencia en la verdad absoluta suele ser el camino hacia el fanatismo.
Escribe Mario Vargas Llosa: “Yo soy un buen ejemplo de ese crucigrama de pertenencias y rechazos que, como dice Amartya Sen, constituyen la identidad de un individuo, para mí la única aceptable. Peruano, latinoamericano, español, europeo, escritor, periodista, agnóstico en materia religiosa y liberal y demócrata en política, individualista, heterosexual, adversario de dictadores y constructivistas sociales —nacionalistas, fascistas, comunistas, islamistas, indigenistas, etcétera—, defensor del aborto, del matrimonio gay, del Estado laico, de la legalización de las drogas, de la enseñanza de la religión en las escuelas, del mercado y la empresa privada, con debilidades por el anarquismo, el erotismo, el fetichismo, la buena literatura y el mal cine, de mucho sexo y tiroteo. ¿Se agota lo que soy en esa pequeña enumeración en la que, a simple vista, abundan las incoherencias y contradicciones? No. Podría llenar todavía varias páginas más mencionando todo lo que creo ser y no ser y estoy seguro de que siempre se me quedarían muchas cosas en el tintero. Cada una de ellas me solidariza con buen número de personas y me enemista con otras tantas y de toda esa amalgama de tensiones y fraternidades, que nunca se aquieta, que está siempre rehaciéndose, resulta mi identidad, la única en que me reconozco. Todo el mundo podría decir otro tanto de sí mismo, si se examina con imparcialidad.” (“¿Y el hombre dónde estaba?”, 2007).
Todos los proyectos totalitarios se esfuerzan por inculcar a sus partidarios la doctrina que los constituye y a la vez censurar y, a ser posible, excluir el conocimiento de cualquier ideología contraria. El perfecto creyente es el que ignora lo que ocurre fuera de su tribu y ni siquiera piensa que se pueda pensar de otra manera.
La construcción de una única identidad cultural es el sueño ideal de todos los dictadores, de todos los explotadores y manipuladores de los pueblos a los que intentan convertir en rebaños humanos.