
Compartir unos mismos valores fundamentales parece una condición básica para crear una relación duradera con un proyecto de vida común. Pero esta sintonía no siempre está asegurada, bien desde los orígenes, o porque con el tiempo se han distanciado los puntos de vista de las partes.
La duda planteada aquí es si se deben mostrar estas discrepancias a los hijos como muestra de la pluralidad de opiniones que hay en el mundo, o si por su bien se debe pretender que hay algunos principios básicos que nadie puede poner en duda bajo el mismo techo.
En un mundo plural es poco probable que los valores de dos personas que se unen para formar una familia coincidan plenamente. Unas veces este distanciamiento de posturas es fácilmente subsanable, pero otras afectan gravemente a la estabilidad de una familia y la educación de sus hijos.
2 opiniones argumentadas

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Leticia Soberón
- Doctora en comunicación social - redes

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Enrique Baca Baldomero
- Catedrático de Psiquiatría