
No funcionar un negocio implica que no se consiguen clientes y, por tanto, no se consiguen beneficios. Hasta llegar al punto de entender a los clientes o decidir abandonar, hace falta tiempo, meses o incluso años. No debe haber precipitación.
Incluso, aunque se vea desde el principio que nada funciona. Hay que encontrar rápidamente dónde se encuentran los obstáculos, los “cuellos de botella”. A veces, removiendo pequeñas cosas, el negocio empieza a cobrar vida.
4 opiniones argumentadas

-
Joaquín Zulategui
- Fundador de "El Ser Creativo"

-
Jorge Hierro Álvarez
- Experto en TICs y Profesor de Dirección Estratégica