
Todos tenemos deseos, pero no siempre es posible satisfacerlos. En unas ocasiones, porque no es el momento adecuado, y en otras, porque suponen algún tipo de perjuicio para la salud o son contrarios a nuestro código ético.
Gestionar los deseos supone posponer la satisfacción para el momento y la ocasión oportuna. A veces, lo que hacemos es reprimirlos, olvidarlos, enterrarlos para no tener que afrontarlos. La cuestión es si esto nos traerá problemas futuros.
3 opiniones argumentadas

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Enrique Baca Baldomero
- Catedrático de Psiquiatría