
Los que se esfuerzan en desarrollar el autocontrol creen que les ayudará a ser más lúcidos, incluso, en situaciones de mucha presión. Otros, lo que persiguen es que mejore su capacidad de atención. Muchos investigadores se han sentido atraídos por la relación entre pensamiento y el dominio de las emociones. En Occidente, a nivel del ciudadano de a pie, también se ha puesto de moda aprender técnicas -casi simpre importadas de Asia- que enseñan a calmar la mente. En el otro extremo, hay posturas que sostienen que las conexiones que se hacen entre autocontrol e inteligencia no son suficientemente sólidas.