
En la red hay todo tipo de personas, algunas propensas a perseguir, acosar, molestar a otros. Los tipos de acoso pueden ser de diversas categorías e intensidades. Sucede en el caso de los adultos, pero cuanto más jóvenes son las víctimas, más importante es prestar atención a los síntomas para ofrecerles el apoyo necesario y estrategias para defenderse. La duda es cómo evitar estas agresiones o como responder a ellas, y sobre todo cómo proteger a los niños. Sin olvidar que a veces son otros menores quienes acosan.
El anonimato que ofrece la red, en ocasiones, puede facilitar que ciertas personas se conviertan en acosadores.
El acoso consiste en molestar o agredir de forma persistente a otra persona. En el entorno de Internet se denomina ciberacoso y se suele manifestar a través de comentarios de texto, mensajes ofensivos o vídeos que atentan contra la otra persona. También se amenaza con la revelación de secretos y la publicación de ciertos videos o imágenes de la víctima.
El objetivo del acosador es intimidar y agredir psicológicamente a sus víctimas, difundiendo por Internet información, correos, videos o fotografías que atentan contra la intimidad y la dignidad del agredido.
Los agresores suelen ser personas inseguras que así buscan atraer la atención de otras personas o conseguir una reacción determinada.
Hay acoso de carácter leve que, incluso, puede llegar a ser ignorado por la víctima, pero también existen acosos de alto calibre y sobre los que la víctima debe alertar a personas de su entorno o, incluso según la gravedad, a las autoridades.
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Ante situaciones de acoso por internet puede no ser fácil medir el grado del problema, entre otras razones porque hay muchos grados y tipos de acoso. En algunos casos buscar ayuda puede provocar vergüenza, mientras el acosador se esconde tras el anonimato que facilita internet. Además, los menores de edad suelen ser presa fácil, si no cuentan con la compañía y orientación adecuada de un adulto.
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Sentirse acosado puede tener consecuencias en la estabilidad personal y emocional de la víctima, ante el daño moral y de la intimidad que se podría llegar a provocar. Estar muy vigilantes ante cualquier señal, tomar las medidas oportunas, actuar a tiempo y asesorarse pueden evitar daños mayores para la víctima.
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No enfrentar la situación solo, pedir la ayuda de adultos, si se trata de un menor; y la de un especialista, si no sabemos cómo actuar. En ciertos casos, también conviene informar a las autoridades. En el caso de los menores, advertir claramente de los peligros que se esconden en la red y darles algunas herramientas básicas de defensa, pueden ser recursos necesarios para prevenir situaciones de acoso.
4 opiniones argumentadas

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Juan Canut Guillén
- Abogado

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Rosario Ortega Ruiz
- Psicóloga y terapeuta