
Ante las dificultades de pareja, una posible decisión es el divorcio. Decidir que es la mejor opción supone considerar, además de las diferencias personales, la nueva situación y medidas económicas a asumir.
Existe la posibilidad de que las circunstancias económicas sean adversas y resulte inviable iniciar una nueva vida para cada miembro de la pareja. En estos casos, cuando está clara la imposibilidad de la convivencia, es delicado establecer cómo actuar.
Cuando una persona se plantea el divorcio es porque considera que no existe otra solución a los conflictos con su pareja. Pero una vez se llega a esa conclusión hay otros aspectos que afrontar, ya que el divorcio puede implicar vivir con dificultades económicas la nueva situación, dado que será preciso atender una serie de obligaciones económicas.
De hecho, en los últimos años ha habido un descenso en el número de separaciones y divorcios que se justifica por la situación económica de las familias, más precaria debido a la crisis económica actual y que obliga a las parejas a seguir casadas por las circunstancias económicas.
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Influye la parálisis del mercado inmobiliario y la dificultad que puede encontrar una pareja para disolver una sociedad de gananciales que incluya un inmueble. Si el régimen es de separación de bienes habrá que afrontar también las situaciones económicas de la vivienda familiar y la vivienda del otro cónyuge. Otro dato a tener en cuenta es la pensión alimenticia, y la pensión compensatoria, si la hubiera.
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La calidad de vida que ofrecía una determinada situación económica puede verse condicionada de forma importante por las nuevas cargas económicas después del divorcio. Al mismo tiempo la contrapartida puede ser una mejora del estado emocional.
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Informarse bien acerca de las consecuencias económicas del divorcio y valorar los pros y los contras de tomar la decisión.