La misericordia implica una disposición a compadecerse de las miserias ajenas y se manifiesta en el perdón de los pecados. La cuestión es si el perdón de Dios se extiende incondicionalmente a todos, incluyendo a los que han cometido graves atrocidades o delitos.
Reflexionar sobre si el perdón de Dios tiene un límite y su bondad está muy por encima de cualquier mal o, por el contrario, si es posible que haya comportamientos que no consientan su perdón.
Esta decisión se dedica a ponderar la extensión de la misericordia y del perdón de Dios. Implica reflexionar si el perdón de Dios tiene o no un límite, si su bondad es incondicionalmente superior al cualquier mal, o si es posible que exista algo que alguien pueda hacer algo que no consienta el perdón de Dios.
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Una capacidad limitada de misericordia y de perdón no parece propia de un Dios. Así, en una primera instancia, lo lógico es pensar que Dios perdona todo a todas las personas. Sin embargo, cuando el mal asume un rosto histórico, y cuando se pone un nombre y cara a las personas que sufren sus efectos, quizá ya no será tan lógico pensar que Dios perdone todo, más bien, parece que algunas cosas efectivamente no tienen perdón posible. La permanencia en esta dicotomía puede ser un freno importante a decidir si Dios perdona a todos o no.
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Esta decisión se relaciona con la idea que se hace de Dios: si Dios perdona todo, ¿habrá que temerle o hacerle caso? Esta decisión también tiene influencia en la relación con los demás: ¿tendremos que imitar a Dios, poniendo la otra mejilla y perdonar todo?
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La profundización en esta temática ayudará la toma de decisión. Redescubrir constantemente el rosto de Dios ayudará a conciliar la realidad del perdón con la existencia de mal.
2 opiniones argumentadas
- Jorge Loring Miró
- Teólogo
- Nicolás Domingo Cotugno Fanizzi
- Arzobispo de Montevideo