
Cuando se rompe una pareja, quedan en suspenso las relaciones entre los familiares y amigos de ambos. Surgen incomodidades entre personas que posiblemente se aprecian entre sí, pero se ven obligados a tomar partido por uno de los miembros de la pareja.
Normalmente uno espera que la propia familia lo apoye para salir adelante, pero en ocasiones la relación que exisitía con el otro sigue su curso. Separase no tiene que implicar, necesariamente que nuestros familiares dejen de tratar a nuestro "ex".