No podemos elegir dónde nacemos ni quiénes son nuestros padres. Ellos son los responsables de nuestro nacimiento y son nuestros educadores a lo largo de nuestra vida, marcándola irremediablemente.
Pero las relaciones padres e hijos no siempre son fáciles. En ocasiones estamos en desacuerdo con ellos en puntos clave, somos completamente distintos en la forma de pensar y actuar, o no son el mejor ejemplo a seguir. No los podemos cambiar por otros, aceptarlos tal como son o no depende de nosotros.
Todas las personas tienen un pasado y algunos defectos. Nuestros padres no son excepción. Además, ellos nos dieron la existencia. Sin ellos, no existiríamos y no seríamos quienes somos. Esta decisión plantea la cuestión si por estos u otros motivos se debe aceptar a los padres tal como son.
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Las relaciones padres-hijos suelen estar cargados de gran intensidad emocional. Los hechos que se dan en el marco de la relación padres-hijos cobran valor añadido y densidad afectiva. Dicha realidad puede dificultar la toma de esta decisión.
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Esta decisión puede ser el puente para la sanación de experiencias familiares traumáticas, y el origen de una relación padres-hijos más madura.
2 opiniones argumentadas
- Monseñor Miguel Huguet Ameller
- Teología, Lenguas Semíticas
- Natàlia Plá
- Doctora en Filosofía