En relación a la decisión ¿Entender las diferencias entre las religiones? esta es una opinión de Monique Aebischer-Crettol
- Monique Aebischer-Crettol
- Teóloga
Esta es la opinión del experto
Para esta autora el diálogo interreligioso, entendido como encuentro de personas, es fundamental. Y lejos de suponer una fusión propicia el acercamiento.
Monique Aebischer-Crettol subraya que el diálogo no se puede reducir a una yuxtaposición de monólogos, a una comparación de ideas o a una confrontación de sistemas. Pero al mismo tiempo tampoco se trata de postular una verdad universal presente en todas las tradiciones bajo diferentes formas. Aquellos que dialogan tienen realmente alguna cosa que decirse. Es un encuentro de personas. La relación dialógica abre una visión de la realidad renovada que al no quedarse fija en un sistema establecido, hace que la verdad se convierta en búsqueda, escucha, descubrimiento.
Por otro lado la pluralidad de las tradiciones religiosas no se puede ya considerar como un castigo causado por el orgullo de los hombres (Babel) o como obra del demonio, ya que, si nos fijamos en los mapas geográficos del panorama religioso actual identificaremos por lo menso tres características que muestran que la religión es una constante antropológica:
- la universalidad del fenómeno religioso;
- la pluralidad de religiones;
- el dinamismo de las transformaciones históricas del paisaje religioso, o sea, el nacimiento, crecimiento, desplazamientos geográficos y la decadencia de las religiones.
Las religiones tienen que convivir y no tan sólo vivir unas al lado de las otras en una misma sociedad. El desafío, afirma Aebischer-Crettol, parafraseando a Hans Küng, es saber si existe un camino teológicamente responsable, que permita a los cristianos aceptar la verdad de las otras religiones, sin faltar a la verdad de la propia religión? La respuesta dependerá de la perspectiva y de la época en la que nos situemos. La antigua estructura de antónimos (día-noche, vida-muerte, verdad-mentira) presente en el antiguo Irán así como en todas las religiones del antiguo Oriente y de Egipto, marcaron la tradición bíblica. En cambio en otras culturas esta percepción no se encuentra, llegándola a considerar inadecuada o insuficiente para expresar la realidad. Para estas religiones el diálogo no supone un problema teológico pero tampoco un deseo apremiante, sin embargo es muy distinto para las religiones llamadas «reveladas».
Desde la nueva óptica pluralista, el amplio horizonte del misterio divino universal de la salvación nos obliga a mirar y a vivir de forma original tanto nuestra fe como el encuentro con las otras religiones. Los numerosos documentos oficiales y encíclicas, así como el Encuentro de Asís (1986) ilustran esta revolución.
Muchos teólogos conciben este nuevo enfoque como teológicamente fundamentado: si en nuestra fe aceptamos la afirmación fundamental de la voluntad salvífica universal de Dios, esto nos lleva a considerar el pluralismo religioso no como una deficiencia sino como una dimensión particular y misteriosa del deseo de Dios.
Para esta autora, el diálogo interreligioso no tiene por objeto la fusión de todas las convicciones, sino permitir el acercamiento o incluso, bajo el influjo del Espíritu Santo, reconocer y hacerse suya la parte de verdad que los otros poseen, según la promesa «el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad» (Jn, 13, 16). En nuestra sociedad que ya no acepta la verdad como acabada o cerrada, sino que, como afirma R. Simon, la concibe como inacabada e inacabable, el diálogo ofrece la posibilidad de reflexionar más profundamente.
Finalmente Monique Aebischer-Crettol hace referencia a Urs von Balthasar, que afirmaba que la verdad es una sinfonía. Y si esta imagen es cierta, cada instrumento está llamado a aportar su melodía para contribuir a la perfección y a la harmonía de la obra en la que todos participan.
Fuente: AEBISCHER-CRETTOL , Monique. Vers un oecuménisme interreligieux : jalons pour une théologie chrétienne du pluralisme religieux. Paris : CERF, 2001, p. 633-649.