En relación a la decisión ¿Participar en acciones públicas de reivindicación social? esta es una opinión de Jorge Mendoza García
- Jorge Mendoza García
- Psicólogo
Esta es la opinión del experto
Para el autor, hay una dinámica público-privado en las actividades de las personas organizadas alrededor de un proyecto político, en la que ciertas acciones de organización y estrategia deben permanecer ocultas en ciertos momentos de la acción y otras deben ser tratadas en el espacio público.
El argumento que esgrime el psicólogo mexicano es que los movimientos sociales se caracterizan por una dinámica de actividades públicas y privadas que les permite su supervivencia. En este sentido, no se opone diametralmente a la expresión pública de las reivindicaciones sociales, pero sí insta a prestar atención a aquellas acciones que se hacen hacia adentro de los movimientos como estrategias de resistencia frente a los embates represivos que pueda haber en contextos concretos.
Afirma que aunque el espacio privado ha sido relegado tradicionalmente a lo subjetivo y a lo personal y ha sido colocado como lo opuesto a lo político, el espacio de organización de la acción colectiva que se realiza fuera del espacio público tiene una gran relevancia para comprender las acciones de grupos y colectivos de reivindicación.
Ciertos movimientos sociales -en momentos concretos de su actividad- no desean ser vistos, no pretenden mostrarse porque pondrían en peligro sus planes: mensajes cifrados, reuniones nocturnas, encuentros fugaces, entre otros, son mecanismos que estratégicamente permiten mantenerse de manera encubierta. Casos extremos de esto serían los grupos armadas como por ejemplo el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, pero también la dinámica de “clandestinidad” se puede atribuir a las reuniones cerradas de otros grupos movilizados como pueden ser el movimiento estudiantil, campesino o indígena, el de derecho a la vivienda, el movimiento antiglobalización, entre otros.
Estos espacios permiten que las personas se expresen libremente, con vehemencia. Sirven como lugares en los que se dirimen los cauces que debe tener la acción y generar significaciones conjuntas en ambientes relativamente cómodos para la discusión, fuera de la mirada inquisidora de los estamentos de poder o de los medios de comunicación. Permiten programar futuras acciones o elaborar propaganda que puede estar sujeta a la censura. En un contexto en el que cada vez más las acciones públicas de los movimientos sociales son cooptadas por los discursos mayoritarios o son criminalizadas por voceros de los poderes públicos, la acción en el espacio privado cobra cada vez más fuerza. Esta posición no niega la necesidad y pertinencia de la acción de reivindicación en los espacios públicos como manera de influir en lo social, pero si advierte que el análisis de la acción colectiva debe ser colocada en el contexto de su aparición y que en ciertas circunstancias en las que la expresión pública no es posible o es susceptible de ser reprimida o reinterpretada en el sentido contrario de la propia acción, las personas y los grupos se repliegan sobre sí mismos como una forma de protección y de mantenerse en la resistencia sin confrontación.
En resumen, esta posición permite ir más allá de la mera observación de la acción colectiva a partir de sus expresiones en el espacio público y prestar atención a aquellas actividades que se dan en espacios cerrados, que permiten la construcción de lo político y la superviviencia de los grupos que realizan procesos de revindicación.