En relación a la decisión ¿Aceptar a los inmigrantes? esta es una opinión de Caterine Galaz Valderrama

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Esta es mi opinión de experto

Las personas inmigradas actualmente están convirtiéndose en una suerte de "chivo expiatorio" de una crisis más estructural a través de los discursos mediáticos. No obstante, no se valora la contribución que este sector ha hecho y está haciendo a la UE.

En el último tiempo hemos asistido -y puede ser también como efecto de las medidas para enfrentar la crisis económica que afecta a diversos países de Europa- a un cierto endurecimiento de las políticas sociales a nivel interno y de control fronterizo respecto de la recepción de las personas extranjeras. De esta manera, los medios de comunicación se han hecho eco de posibles cambios restrictivos a nivel europeo en cuanto al acceso a la salud, al trabajo, a la reagrupación familiar y al estatus de permanencia de las personas extranjeras en los países de la UE.
 
Los grupos no nacionales han comenzando a aparecer más que nunca como una suerte de “chivo expiatorio” de esta crisis económica: discursos que no contribuye en nada al cambio de los imaginarios negativos que ya predominaban en la sociedad sobre las personas inmigradas, ni a los rumores que circulan entorno a ellas, ni, en definitiva, tampoco a promover una buena convivencia y cohesión social.
 
La construcción de la alteridad -es decir, como concebimos a “ese otro” que consideramos diferente- y los procesos de subjetivación que tenemos -como nos autoconcebimos a nosotros mismos- que se basan en la “diferencia cultural” vemos que sólo generan procesos sociales que dan paso mayoritariamente a relaciones de prevención y comportamientos de exclusión.
 
De esta manera, la “diferencia” -y particularmente aquella que creemos “cultural”- pasa a ser la bisagra por la que transita una cierta jerarquización comunitaria, entre grupos más próximos que otros colectivos, cimentando el camino para discriminaciones, exclusiones directas, o bien, una “inclusión perversa” (Castel, 1998) de ciertos colectivos a la comunidad en general (es decir, que se incluyensólo en aquellos espacios donde no son problemáticos para el resto del grupo mayoritario).

Pero, ¿cómo combatir estos imaginarios negativos? ¿cómo pensar a las otras personas no exclusivamente desde su posición cultural? Uno de los caminos posibles es tomar conciencia de cómo nos diferenciamos de los otros, poner la intención y hacer el esfuerzo de posicionarse en vez desde la lejanía, desde la “heterofilia”, es decir, desde la cercanía al otro que en una primera instancia, nos parece incomprensible.
 
Algunas experiencias muestran que en estos planteamientos de cercanía, una posibilidad de cambio en la relación entre residentes de un mismo espacio con diferentes procedencia, es precisamente centrarse en la relación que emerge en el “vecindario”. Aunque las relaciones vecinales pueden comportar diversos conflictos, a la vez, puede generar un campo de acción para derrumbar estereotipos, prejuicios y rumores sobre las personas extranjeras.

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