Occidente se ve envuelto en una crisis que debilita su posición mundial. Las grandes potencias han dejado de crecer a ritmos acelerados y ven peligrar su posición dominante en el mundo, a favor de los nuevos países emergentes.
Nos referimos especialmente a los países asiáticos que están registrando un fuerte crecimiento económico, y que acompañado del aumento de su población incrementan su importancia global.
Las fortalezas económicas, demográficas y culturales de los países europeos han tenido un deterioro lento, pero notable en su conjunto, desde hace tiempo. Al mismo tiempo países como China, India, Sudáfrica, alcanzan cotas de desarrollo anual mucho más altas. Estos hechos transforman el equilibrio de fuerzas en el inicio del tercer milenio y pueden conducir a un ocaso de la influencia occidental en el planeta.