Cuando las empresas incorporan personal que parecía tener las características necesarias para el trabajo, pero en la práctica no rinde lo esperado, surge la duda de si despedirlo sin más tardanza o dar un tiempo para que las personas tomen un mejor ritmo laboral. En la mayoría de los casos se supone que la gente necesita un margen para aprender, habituarse, comprender el conjunto de la empresa. Pero cuando los meses pasan y la persona no da signos de avanzar en su desempeño, para el empleador y el empleado suele ser peor cuanto más tiempo se dedica a esperar lo que no vendrá.
Puede suceder que después de contratar a una persona para ocupar un puesto de trabajo se evidencie la ineptitud del trabajador para esa responsabilidad, es decir, una falta de adaptación del trabajador a la necesidaes y exigencias del puesto de trabajo.
En este caso, al margen de las opciones legales del despido y de las indemnizaciones pertinentes, cabe plantearse si efectuar el despido cuando se constata la ineptitud o si es preferible demorar la decisión en espera de que se produzca una readaptación del trabajador.
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La sensibilidad humana, generalmente, supone un freno a la hora de despedir a una persona de la empresa.
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En el caso de despido, el trabajador pedería el empleo y la empresa habría de seleccionar a otra persona para ese puesto de trabajo. Si se decidiera esperar, una vez comunicado al trabajador que no responde a las expectativas del puesto de trabajo, tendrá oportunidad de demostrar si puede desarrollar con eficiencia las funciones para las que fué contratado.