La comida, hoy en día, no es solamente una acción orientada a la supervivencia, si no que se ha convertido en un lujo para algunos, y en un gran placer para otros. Es posible que, debido a este placer que nos permitimos, aparezcan sentimientos de culpabilidad. Todo ser humano necesita alimentarse para poder vivir. Comer, además, en la mayoría de las culturas, es un acontecimiento social y familiar. En los países desarrollados existe, cada vez más, una mayor preocupación por los alimentos que se ingieren.
Nos preocupamos por los nutrientes que nos aportan, las calorías, las grasas, el colesterol… Es tanta la preocupación que, de un tiempo a esta parte, han aterrizado con fuerza los trastornos de la conducta alimentaria.Personas que tienen una mala relación con su cuerpo y, muy a menudo, con la comida.
Saber cómo detectar estos trastornos en una fase inicial será primordial para, si es necesario, hacer una intervención a tiempo.
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No darle importancia a los sentimientos de culpabilidad asociados a la comida.
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Tener en cuenta los sentimientos que nos despierta la comida e intentar modificarlos o actuar en consecuencia será un escudo protector contra los trastornos de la conducta alimentaria.
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Analizar cuál es nuestra relación con la comida, qué sentimientos nos despierta.