En la meditación, la persona intenta concentrarse en la realidad del momento. Liberándose de sus propios pensamientos, se focaliza en un único objeto.
Pero si focaliza la presencia de Dios, esta decisión supone también comunicarse con ese Ser Absoluto. Pero para ello se requeriría creer que ese Ser existe, y que podemos establecer una relación personal con él.
A través de la meditación podemos entrar en contacto de forma especial con nosotros mismos, con nuestro entorno y con el universo. Liberada de sus propios pensamientos, la mente logra concentrarse en un único objeto. Esta cuestión plantea qué posibilidades hay de comunicarse con Dios a través de la meditación.
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Un freno para la práctica de la meditación con un fin religioso puede ser precisamente la falta de conocimiento de la meditación. El ritmo acelerado de la sociedad y estilo de vida, la falta de espacios y tiempos apropiados pueden ser otros frenos para la práctica de la meditación.
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La práctica regular de la meditación cómo medio de comunicarse con Dios puede ser una forma autónoma de nutrir la relación con Dios, pudiendo ser una alternativa a encuentros religiosos y comunitarios. Otra consecuencia es que este método sea una alternativa a otras formas más tradicionales de comunicar con Dios, como los rezos y oraciones.
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Será importante informarse sobre las distintas particularidades de la meditación, especialmente en su vertiente religiosa. La ayuda de personas calificadas para asesorar la práctica de la meditación también podrá tener resultados provechosos.
2 opiniones argumentadas
- María Benetti Meiriño
- Directora de Ejercicios Espirituales de San Ignaco Loyola
- Joseph Aloisius Ratzinger
- Teólogo y maestro de teólogos