Los sentimientos tóxicos provocan un dolor estúpido, inútil. Se trata de rasgos y actitudes como el egoísmo, el resentimiento, la envidia, la ira, los celos o el desprecio de los otros, que todos podemos tener o experimentar en algún momento.
Todo ello es propio del ser humano y entra dentro de lo normal, sin embargo, es preciso querer y pujar por salir de ese circuito destructivo. Si nos instalamos en ellos y los alimentamos, se convierten en actitudes y posturas vitales duraderas, cada vez más difíciles de cambiar.
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