Muchos matrimonios dejan de lado sus necesidades emocionales y sexuales en cuanto empiezan a tener hijos. En el momento en que se abandonan completamente las necesidades del otro, pueden surgir conflictos que pongan en peligro la relación. La aparición de los hijos trastoca siempre casi todo en una pareja.
Otros padres no creen que esto sea un serio problema, porque lo toman como un sacrificio que hay que hacer mientras los hijos son pequeños.
Los cuidados que exigen son agotadores y hace que los padres casi nunca encuentren tiempo para relajarse en compañía o para contarse sus necesidades personales. Esta situación puede debilitar poco a poco la confianza, el cariño y el aprecio mutuo.