Cuando un grupo humano sufrió daños y atropellos por parte de otro, las familias suelen transmitir a las siguientes generaciones el drama vivido. Esos descendientes podrían entonces intentar vengarse en los descendientes de quienes hicieron daño y hacerlos a su vez víctimas de agresiones.
Victimizar a quienes dañaron a mis antepasados es heredar de éstos el resentimiento y el resentimiento es una de las armas más eficaces para destruir la convivencia. Para buscar la reconciliación y, también, la reparación del daño causado sólo cabe el diálogo exento de prejuicios emocionales, aceptando que, nos guste o no, la historia es la que es, pero que nosotros podemos cambiarla.
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