
Cuando las personas se orientan por la búsqueda de placer, la rutina que suele surgir en pareja les desmotiva, y buscan nuevas experiencias sexuales con otras personas. Tener un amante puede resultar excitante cuando la costumbre se instala en una relación.
En la mayoría de las culturas y religiones, la promiscuidad que se deriva de esta búsqueda se considera un riesgo y tiene una connotación negativa. No obstante, es una decisión personal que depende del código ético de cada uno.
La mayoría de las personas, cuando tienen una relación de pareja, desearían que ésta fuera en exclusiva. No siempre es así, como bien sabemos. Pero el tener relaciones sexuales con otras personas para suplir la insatisfacción en la pareja supone algunos problemas no sólo de gestión ética y emocional, sino también de salud que hay que afrontar.