
Sufrir por las personas que amamos es señal de nuestro amor por ellas, y de nuestra preocupación por sus vidas y experiencias. Cuando sufrimos por los demás, sin importar su mayor o menor proximidad a nosotros, demostramos que sentimos empatía por el prójimo.
Sus problemas nos afectan y somos capaces de percibir lo que sienten; se trata de la participación afectiva de un individuo en la realidad que afecta a otro. Hay que plantearse si debe llevarse al extremo de vivir la vida de los otros.
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La incapacidad de reflexionar sobre la vida íntima de uno, será un freno para esta decisión.
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Los niveles de sufrimiento y la relación con los demás será afectada por esta decisión.