
A veces para seguir una tradición, toda la familia hace un esfuerzo enorme, desde lo económico, hasta la energía y el tiempo. Las reuniones, comidas, cenas, regalos, marcan la Navidad y han llegado a convertir esta fiesta en un auténtico maratón que para muchos se ha convertido en una carga pesada.
La decisión consiste en reducir el número de encuentros y la complicación de las comidas para evitar el agotamiento al final del período festivo.
En las sociedades rurales, una manera típica de festejar cualquier acontecimiento, ha sido principalmente la de preparar comidas muy sustanciosas y consumirlas juntos. Esta costumbre no ha desaparecido en las sociedades urbanas, mucho más sedentarias y con mucho mayor complicación para reunirse. Si a esto se añade que la Navidad es el momento de los regalos, el consumo se dispara, la vida se complica y el sentido familiar de la fiesta se vuelve casi insoportable para muchas personas.
Hacer la fiesta más sencilla puede ser un modo de salvaguardar el buen humor y el sentido de una fiesta como ésta.
4 opiniones argumentadas

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José Luis González Quirós
- Filósofo y analista político

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Pablo Muñoz Gacto
- Director y coordinador de Nascia

- Bartolomé Hulla
- Un hombre tranquilo

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Juan Canut Guillén
- Consumidor Responsable