Castigar a los niños es una forma habitual para enseñarles que las malas acciones y errores provocan consecuencias negativas. Esto incluye a todas las personas inmersas en su educación, bien sean profesores, familiares o sus propios padres.
Sin embargo, los límites de hasta dónde se puede llegar no están claros. Saber cuál es el castigo correcto y quién lo debe ejercer depende del criterio personal de cada uno. En este sentido, hay distintas opiniones sobre los castigos que un profesor puede o debe imponer a sus alumnos.
En el pasado que los profesores castigasen a los niños era una cosa totalmente aceptada e incluso exigida por los padres; hoy, en cambio, este criterio ha cambiado tanto que muchos maestros prefieren evitar las sanciones, para ahorrarse problemas. Entre un extremo y otro es posible que haya muchos padres que se pregunten si es necesario respetar o no los castigos que los profesores imponen a los niños, ya que, en definitiva, son ellos los que pasan gran parte del tiempo con los niños en la escuela y los que han estudiado para ser educadores, por tanto, se supone que saben lo que hacen. Pero por otra parte, es cierto que los profesores también se equivocan o simplemente que –como padres– no siempre compartimos sus métodos. ¿Cómo saber si hay que respetar o no los castigos que imponen los profesores a los niños?, ¿siempre, nunca, depende?, ¿es conveniente consensuar este tema con los profesores?, ¿qué es lo mejor para el niño?
-
Infravalorar el rol de los profesores en la educación de los niños.
Desconocer los métodos de enseñanza y sus resultados.
La pereza de detenerse a pensar sobre este tema. -
No respetar el castigo impuesto a los niños por un profesor contribuye a que éstos le pierdan el respeto y sientan que en la escuela todo está permitido, porque nunca tienen consecuencias por sus acciones. En ocasiones, este “no respeto” puede ser una señal de “incondicionalidad” de los padres hacia los niños, lo cual puede contribuir a su sensación de seguridad y autoconfianza. Por el contrario, respetar el castigo impuesto a los niños por un profesor es una forma de legitimar tanto la autoridad del profesor, como el método que utiliza. Ante esta señal, algunos niños pueden sentirse “traicionados” por sus padres.
-
Hablar con el profesor sobre sus métodos educativos y en particular, sobre los hechos que motivaron el castigo.
Valorar objetivamente la gravedad de la falta cometida por el niño y el castigo impuesto por el profesor.
Consultar a un psicopedagogo los pros y contras de los castigos como método educativo.