En todo trabajo hay distribución de funciones y de cargas laborales. Quien coordina el conjunto debe preguntarse si debe repartir las tareas de manera equitativa o más bien de acuerdo a las capacidades y posibilidades de cada empleado. Este decisión es importante de cara a la efectividad de una tarea en equipo y probablemente exija conocer bien a las personas y posibilidades reales de los integrantes, antes de decantarse por un método u otro.
Una carga de trabajo excesiva puede frustrar y bloquear a cualquiera que no se sienta preparado para llevarla a buen término. El rendimiento de unas personas u otras es distinto y además, puede variar según las épocas. Pero también es importante ponderar de qué modo se fomenta mejor el sentimiento de equipo, para que la presión por cumplir unos objetivos exigentes se reparata entre todos equitativamente.
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