
Nosotros crecemos sin saber cómo sucede. Pasamos de bebés a niños y de jóvenes a adultos con el simple hecho de alimentarnos todos los días y tener las necesidades básicas cubiertas. Pero la madurez es otra historia. Madurar es algo más que dejar pasar el tiempo: es desarrollar nuestra libertad y responsabilidad.
Pero no todo el mundo quiere madurar ni se esfuerza en ello. Por eso la duda es si la madurez es la meta que en fondo tiene todo ser humano.
Si bien casi todo el mundo dice que quiere ser libre, no tantos están dispuestos a pagar el precio de la libertad: asumir las consecuencias de sus actos. Más o menos en esto consiste la madurez. Y por eso se puede ser maduro a los 15 años, o ser un adolescente a los 45. La madurez parece un objetivo universal, pero no siempre es auténtico como deseo.