
Cada proyecto “scrum” se divide en “sprints”, bloques de tiempo en los los equipos de trabajo van creando un incremento de producto “utilizable”. Al finalizar cada “sprint” se realiza un “sprint review” para revisar esos incrementos en el que la colaboración del cliente es imprescindible para establecer los próximos pasos a seguir.
El problema surge cuando, por desconocimiento de la metodología o por falta de tiempo, el cliente no está disponible, lo que puede llevar a la paralización del proyecto.
Opiniones argumentadas
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