Tener un hijo es uno de los acontecimientos más importantes y apasionantes de la vida pero, a su vez, también es uno de los más estresantes y desconcertantes por la enorme responsabilidad que supone y las grandes dosis de sacrificio que exige.
Para algunos, tal responsabilidad exige de los padres la obligación de informarse sobre la mejor forma de gestionar la situación antes de dar el paso, sin embargo, para muchos otros es mejor seguir nuestro propio criterio y familiarizarse uno mismo con lo que supone la experiencia según se vaya viviendo.
Tener un hijo es una responsabilidad enorme que lleva implícita grandes dosis de sacrificio, por ello es importante ser consciente de lo mucho que puede cambiarnos la vida la llegada de un hijo.
Hay que ser conscientes, por ejemplo, de que las relaciones de pareja cambian irremediablemente con la llegada del pequeño. En algunos casos tienden a mejorar pero, en otros, puede llegar a costar aceptar que los intereses personales y los de los dos tendrán que modificarse, en gran medida, ante las demandas de un nuevo miembro en la familia.
También cuestiones como las necesidades afectivas del niño, el cambio de ritmo y necesidades de la madre o la situación socio-económica en la que se encuentre la familia deben ser tomadas en cuenta a la hora de tomar la decisión de tener un bebé para determinar cuál es la mejor forma de gestionar la situación.
Para muchos expertos, la información y el afrontamiento de temores e inseguridades, además de solventar cuestiones objetivas, genera seguridad y confianza en los futuros padres.
Para muchos otros, sin embargo, demasiada información sobre lo que debe y no debe hacerse puede llegar a confundir y a agobiar, y es preferible que uno mismo sigua su propio criterio y se familiarice por sí mismo con lo que supone la nueva experiencia según la vaya viviendo.
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