Por mucho que las dos partes se quieran y en los inicios del amor siempre existan las mejores intenciones, tarde o temprano surgen diferencias y los primeros desacuerdos. Algunas personas creen que discutir casi siempre es bueno, porque es una señal de que la relación se mantiene viva.
A otros les aterra su potencial destructivo y dicen que es muy fácil entrar en un bucle que las convierte en hábito. Del mismo modo que la comunicación es la base de toda relación, la discordia que generan las discusiones pueden ser fatales para cualquier pareja.
En cuanto se deja de lado el afecto, rápidamente llegan las quejas, resquemores, acusaciones y resentimientos.