La privacidad de aquellos que viven bajo un mismo techo se entiende perfectamente a puerta cerrada. La duda es qué pasa cuando son nuestros hijos los que nos impiden el acceso a su espacio, y cuál debería ser nuestra reacción.
Sobre todo los adolescentes buscan con frecuencia aislarse del resto de la casa, lejos del control de sus padres. Esto suele llevarse al extremo cuando la relación entre padres e hijos es mala y huyen de los desencuentros.
La habitación de los hijos normalmente es para ellos un templo sagrado y no les suele gustar ni que entren en ellos cuando no están ni que les vengan a molestar cuando permanecen enclaustrados durante horas.
6 opiniones argumentadas
- Carmen Velasco
- Diseñadora de interiores y emprendedora
- Atala Martín
- Madre de una hija
- Miguel Angel Rodriguez Muñoz
- Experto en Talento y Transformación digital.
- Leticia Soberón
- Psicóloga
- María Font Oliver
- Periodista