Cuando configuramos nuestras actividades de ocio como algo creativo y enriquecedor, podremos obtener una serie de beneficios propios a través de experiencias positivas para nuestro crecimiento personal y el incremento de nuestra autoestima.
Realizar actividades de ocio nos permite disponer de un espacio para nosotros mismos fomentando nuestra autorrealización ya que podemos vivir nuestras aficiones con una dedicación más profunda que nos satisfaga plenamente y más difícil de conseguir que en la práctica cotidiana.
El ocio como área específica de la experiencia humana cuenta con beneficios propios ya que, cuando se configura como ocio creativo y enriquecedor, constituye una fuente de experiencias positivas para el logro del crecimiento personal.
Realizar actividades de ocio permite a la persona disponer de un espacio para sí misma fomentando su autorrealización, pues a través de dichas actividades puede desarrollar de forma profunda sus ilusiones, deseos, sueños, expectativas, aficiones e, incluso, su vocación personal, con una profundidad que, frecuentemente, es difícil de conseguir en la práctica cotidiana.
Entre los beneficios que un ocio enriquecedor procura a la persona, destacan, entre otros: el aprendizaje y la mejora de actitudes y destrezas perceptivas, verbales y afectivas; el desarrollo de habilidades sociales; el fomento de la creatividad y el ejercicio de competencias personales y de autoconfianza íntimamente relacionadas con el incremento de la autoestima
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