
Las sociedades que no tienen la siesta incorporada a sus costumbres, la miran como un hábito extravagante y de gente más bien vaga, poco dispuesta a trabajar y que escurre el bulto a la primera oportunidad para dar una cabezadita.
Las personas que no pueden ni pasar una sola jornada laboral sin desconectar unos minutos su mente después de las comidas, dicen que les ayuda a mantenerse sanos, positivos, creativos y a rendir mucho mejor en el trabajo.
La siesta goza de una larga tradición en la cultura española y también en muchos países iberoamericanos, pero no es algo exclusivo de zonas con un clima específico o con una filosofía de vida particular. Grandes personajes como Winston Churchill o el inventor Edison, de entornos culturales claramente distintos, la practicaban a diario y nadie puede acusarles de holgazanería, antes lo contrario.
4 opiniones argumentadas

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Sara C. Mednick
- Investigadora del sueño en la Universidad de California

- Sonia González Winkels
- Soy una adolescente de 15 años que da un punto de vista diferente

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Ulrich Schnabel
- Físico, periodista y autor

- Bartolomé Hulla
- Un hombre tranquilo