
Los teléfonos móviles permiten estar localizables y localizar fácilmente a otras personas. Pero uno duda si comprarle o no un móvil a un niño o niña de 10 años. Dependerá de aspectos como la edad, las razones para hacerlo y sus consecuencias económicas y de acceso a contenidos inadecuados.
El móvil es una de las tecnologías más populares, no sólo entre los adultos sino que su uso es creciente entre los adolescentes y menores de la casa.
Comporta beneficios como la posibilidad de tener al menor “ubicado” cuando está fuera de casa, la sensación de seguridad por si pasara algo y además es una herramienta de comunicación útil entre iguales.
Sin embargo al lado de los beneficios, se despiertan ciertos riesgos, relacionados con usos excesivos, ruidos en la comunicación intrafamiliar y gasto económico desmedido.
Entre los jóvenes españoles la edad media de adquisición del terminal se sitúa entre los 10 y 12 años. Las razones que arguyen los padres e hijos a la hora de justificar esta adquisición tan temprana son: la sensación de seguridad que ofrece, la posibilidad de tener un contacto más cercano con los amigos y la independencia que proporciona.
Es destacable la versatilidad con la que los menores usan el móvil: además de un sistema de comunicación, el móvil con frecuencia es utilizado para crear contenidos (hacer fotos y grabar videos), navegar por internet y acceder a contenidos multimedia, enviar mensajes de texto y como herramienta de ocio (para jugar o escuchar música).
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Los obstáculos para tomar esta decisión pueden ser que los padres perciban que el niño no está aún maduro y preparado para asumir la responsabilidad de comporta llevar un móvil; el temor a que haga un uso inadecuado, o excesivo o que acceda a contenidos inadecuados; otro freno puede ser el gasto económico que implique.
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Comprar un teléfono móvil a mi hijo o hija de 10 años me puede permitir comunicarme con él casi en cualquier momento y saber que él podrá comunicarse en caso de necesidad. También podría comportar usos inadecuados o excesivos y un gasto económico importante.
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Sea cual sea la decisión, ésta deberá ser el resultado de una reflexión previa y sosegada que ponga sobre la balanza beneficios y peligros. También acudir a la experiencia de otros padres, leer algunos artículos con valor académico y, sobre todo, tomarse tiempo para reflexionar antes de tomar una decisión.
3 opiniones argumentadas

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Jorge Tolsà
- Especialista en Nuevas Tecnologías