Mirar el pasado es un instrumento para comprender el presente y preparar el futuro; también para entender quiénes somos. Se dice que la historia es una gran maestra, pero... la duda es si hay alguien que haya aprendido de ella. Cada generación afronta los desafíos como si fueran únicos; pocos tienen la paciencia de mirar atrás, y la historia nos llega muchas veces contada con parcialidad, por ello se corre el riesgo de repetir los errores del pasado. La decisión consiste en sacar fruto hoy de las lecciones aprendidas a partir de lo que hicieron anteriores generaciones.
Tomar nota de los errores del pasado para que no se repitan es una de las bases de la utilidad de conocer la historia, pero resulta muy difícil cuando los historiadores no se ponen de acuerdo sobre las causas y los motivos que levaron a unos hechos históricos concretos. La cuestión es qué es realmente lo que se debe aprender la historia, para qué y cómo.
-
Aprender de la historia supone conocer la historia y esto requiere enfrentar distintas versiones de los mismos hechos históricos, porque muchas veces la historia es contada de manera interesada o de forma parcial.
-
Un aprendizaje de la historia que no enfrente a los pueblos nos puede preparar para el entendimiento, el diálogo y la convivencia. En cambio, absorber sólo una versión parcial de la historia puede predisponernos a los resentimientos.
-
Informarse bien de las distintas versiones en torno a un mismo hecho histórico, compararlas y conjugarlas, para tener en cuenta las diferentes miradas cómo los distintos pueblos o grupos viven y recuerdan los mismos acontecimientos. A partir de ahí, tomar nota de cómo se gestaron los errores del pasado para no repetirlos.
4 opiniones argumentadas
- Jaume Aymar i Ragolta
- Doctor en Historia y Decano Fac. Filosofía URL
- Maria Viñas Pich
- Patron Delegado, Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU