
Difícilmente podemos comprender algo si no prestamos atención a lo que nos dicen o, simplemente, nos limitamos a oír, pero no a escuchar atentamente. Esta premisa se aplica a cualquier ámbito de la vida, incluyendo las relaciones de amistad.
Ser amigo de alguien implica conocerlo y, normalmente, preocuparse por él. Para saber lo que la otra persona quiere o necesita necesitamos escucharle y no siempre todo el mundo lo hace, sabe hacerlo o se esfuerza en ello.
2 opiniones argumentadas

-
Leticia Soberón
- Psicóloga

-
Enrique Baca Baldomero
- Catedrático de Psiquiatría