
La corrupción de los partidos políticos afecta a todos por igual. De un modo u otro, todas las formaciones acaban salpicadas por algún escándalo de corrupción que les pone en una situación de compromiso ante su electorado.
Apoyar medidas para vigilar, por parte de los propios partidos, es una de las opciones para acabar con las corruptelas. Esta vigilancia promueve una mayor transparencia en la gestión del dinero y de su información privilegiada.
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