
En el colegio, las relaciones con los profesores no siempre son del todo sencillas, a veces pueden llegar a ser tensas y aceptar las órdenes de los profesores puede ser difícil de soportar para ciertos adolescentes.
Durante el período de la adolescencia se suele poner en cuestión la autoridad de los adultos. Esta autoridad puede ser también mal aceptada en los colegios. Para conseguir la atención de sus alumnos, la mayoría de los profesores utilizan su autoridad para crear un ambiente de trabajo adecuado. Puede ser que esta rebelión tenga su origen en un problema relacional entre profesor o alumno/a o puede que sea una mera provocación para impresionar al adulto o a sus compañeros. Las causas pueden ser múltiples. Algunos autores destacan que es importante aceptar la autoridad del profesorado porque de, lo contrario, puede generar una animadversión que afectará el propio tránsito de los estudiantes por el sistema educativo. Por otro lado, otros autores destacan la importancia de aprender a discrepar con los adultos, explorando formas adecuadas de cuestionamiento que no violenten al profesorado. No aceptar las órdenes de los profesores puede tener varios orígenes: una educación demasiado rígida en casa, en este caso el colegio se vuelve una válvula de escape o una ausencia de reglas en casa que hace que el adolescente no otorgue ninguna autoridad al adulto. También algunos padres no reconocen la autoridad de los profesores apoyando de forma sistemática a sus hijos.
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El temor a ser considerados un problema dentro de la clase y luego que se les evalúe mal, puede llevar a frenar el rechazo a las órdenes de un profesor. Por otra parte, aceptar todo tipo de órdenes dificulta también el desarrollo de un espíritu crítico en los alumnos.
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Perder un vínculo esencial como es la relación profesorado-alumnos en el colegio, riesgo de conflicto escolar y luego problemas familiares derivados de la desobediencia. El no plantear una crítica a la visión de los profesores, impide desarrollar un espíritu crítico y un clima de diálogo con el mundo adulto.
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Aceptar las órdenes no significa que el adolescente no pueda dialogar con su profesor. Se recomienda que estas conversaciones tengan más bien lugar a solas entre el alumno y el profesor. Analizar otras experiencias de alumnos. Estudiar la mejor forma de comunicación con el profesorado.