Cuando se plantea la necesidad de ser solidarios en nuestro día a día, algunas personas igualan esta acción a ser caritativos con personas en situación de exclusión social o emprobrecidas. Sin embargo, algunos expertos destacan que solidaridad no es lo mismo que caridad. Considera que la caridad es más bien un acto de beneficiencia que no afecta a las estructuras sociales, puede inhibir que las personas desarrollen este tipo de actos cotidianos. Por otro lado, también el hecho de ver que sitúa a las personas en una posición de superioridad respecto de otras puede resultar un freno para participar en acciones caritativas.
Cuando desde diversos medios de comunicación y entidades sociales se nos exhorta a ser solidarios, exactamente ¿a qué nos están llamando? ¿qué nos lleva a conmovernos por temas sociales? ¿Por qué es tan fácil señalar que se «debe» ser solidarias y solidarios, en un mundo donde prima una cultura individualista y de auto-protección personal? ¿Cuál es el imperativo ético que nos lleva a ser personas solidarias? ¿Tenemos que dar aquello que nos sobra? Cuando se habla de «solidaridad», el sentido común nos apunta a un sentimiento de cierta unidad con el resto de las personas, basado en los lazos sociales que se han establecido a través del tiempo, o también por intereses sociales, o bien, objetivos comunes. Sin embargo, desde ciertas visiones se nos llama a ser ser solidario, igualando esta noción a la idea de "caridad". Según algunos expertos, esta última palabra está bastante asociada a las acciones religiosas de protección y beneficencia que se desarrollan desde siglos pasados pero que no necesariamente tienen que ver con el hecho de ser solidarios en términos de tomar conciencia efectiva de las desigualdades sociales y la responsabilidad social ante ellas. Desde diversos puntos morales, ya diversas religiones tienen entre su ideario el ser caritativo con el resto de la sociedad con que la se convive, incluso, ha llegado a ser un imperativo de virtud para el efectivo progreso de la humanidad en general. Así, la idea tradicional de «solidaridad» alude a la supuesta existencia de «algo» dentro de cada persona, una especie de esencia en torno a la humanidad compartida, que resuena ante la presencia de otros sujetos. Ese algo interno, movería a que emergieran los comportamientos solidarios. Pero otros autores, destacan que esta visión de unir solidaridad con caridad puede hacer que la solidaridad se transforme sólo en acciones paternalistas respecto de ciertos sectores sociales. En tanto, otros expertos destacan que es importante que al menos, las personas desarrollen este sentido caritativo antes que nada y puedan sensibilizarse medianamente frente a las diferencias sociales que existen en el entorno.
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Pensar que estas acciones no cambian nada puede también frenar la acción caritativa.
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El no ser caritativo puede generar una cierta costumbre a pensar que son otras personas o entidades las que deben "hacer algo" para que las situaciones cambien. No ser caritativo puede también promover que las entidades no gubernamentales y los estados asuman la responsabilidad social respecto de las desigualdades sociales. Por otra parte, ser caritativos puede contribuir a tomar consciencia respecto de las problemáticas sociales actuales y generar ejemplo a otras personas. Ser caritativos puede generar la visión de que acciones puntuales pueden cambiar situaciones sociales que van más allá de un acto de caridad.
1 opinión argumentada
- Luis Aranguren
- Doctor en Filosofía y licenciado en Teología